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    La era del Hidrógeno
 


Ilán Adler,

Ya lo dijo Julio Verne, hace 125 años, en su libro “La Isla Misteriosa”. Que el agua algún día sería utilizada como combustible, y reemplazaría al carbón en fuerza y potencia. Lo que para muchos ha sido una especie de sueño, una fantasía, pudiera muy pronto ser realidad. La tecnología existe y ha sido comprobada. Es posible obtener un combustible del agua pura, y luego utilizarlo para mover automóviles, trenes y hasta aviones, además de obtener electricidad y calefacción. Y como es de esperarse, el producto de “desecho” no es más que vapor de agua. Adiós a los contaminantes, al smog eterno de la ciudad de México, y al calentamiento global. El nombre del actor principal es Hidrógeno.

¿Pero qué es el Hidrógeno y cómo se obtiene? ¿Y cuáles son los obstáculos para lograr convertir una economía petrolera a una de Hidrógeno? Empecemos por el principio. Por la tabla periódica de los elementos, la que nos enseñaron en la escuela.

El Hidrógeno es el elemento número uno en la tabla, esto quiere decir que tiene un solo protón y, en la mayoría de los casos, un solo electrón. Es el elemento más sencillo conocido de la naturaleza, por lo tanto, el más ligero de todos. Se encuentra en el agua, en el aire, y en pequeñas cantidades dentro de la corteza terrestre.

El agua, como todos bien saben, se compone de dos elementos, H2O (dos partes de Hidrógeno por una de Oxígeno). O sea que si tan sólo encontramos una manera de separar los átomos del agua, obtendremos Hidrógeno. Esto se logró hace ya muchos años, el procedimiento se llama electrólisis y consiste en pasar una corriente eléctrica a través de un recipiente con agua, la cual se separará en sus gases componentes bajo la influencia de la corriente. Los átomos de Hidrógeno se irán a uno de los “terminales”, dado que son eléctricamente positivos, y los de Oxígeno se desplazarán hacia el terminal “negativo”. (Recuerden una batería o pila, que tiene dos extremos, positivo y negativo, por donde circula la energía). Este sencillo principio es una de las maneras para obtener Hidrógeno y se puede aplicar en gran escala. La energía eléctrica para realizar la electrólisis puede, y debe, venir de fuentes renovables, para garantizar un proceso 100% limpio. Energía solar, eólica (turbinas de viento), geotérmica, son todas opciones viables.

Y bien, vamos con el segundo paso. ¿Qué hacemos con este Hidrógeno una vez que lo tenemos bien envasado en forma gaseosa? Ya en los pioneros años 70, cuando la crisis petrolera amenazaba el mundo en dos ocasiones, y el prospecto de que el petróleo se acabaría pronto surgía como un espectro en el destino de la humanidad, algunos científicos visionarios comenzaron a plantear sus ideas. En esta época, Bragi Arnason, el profesor islandés apodado hoy día como “Profesor Hidrógeno”, desarrolló los primeros prototipos de coches que quemaban Hidrógeno gaseoso en sus pistones en lugar de gasolina. En 1978 sus publicaciones fueron llamadas “estúpidas” por algunos de sus colegas. Actualmente, es considerado uno de los genios visionarios de una nueva tecnología. En el otro lado del mundo, en los Estados Unidos, Roy McAllister, un ingeniero preocupado por la contaminación y el destino del ser humano, realizaba sus propios experimentos. Patentó una multitud de maneras novedosas de extraer y utilizar este combustible. Acompañado por un pequeño equipo de aficionados y poco populares entusiastas, construyó una de las primeras “camionetas” funcionando íntegramente a base de Hidrógeno. Pocos años después surgió la Asociación Americana de Hidrógeno, que opera hasta el día de hoy en Phoenix, Arizona.

La crisis petrolera pasó, y con ella una valiosa oportunidad se fue. El gobierno norteamericano dejó de apoyar las iniciativas hacia las energías alternativas, y se abocó a un camino más convencional, enfocándose en el desarrollo a base de petróleo. Lo mismo ocurrió con muchas empresas de autos, que oportunamente “guardaron en el cajón” una multitud de proyectos afines, esperando momentos más propicios para sacarlos.

Ese momento llegó en este nuevo milenio, con una mayor conciencia acerca de los peligros de la contaminación, y la amenaza de una nueva guerra. El conocimiento de que el petróleo genera desigualdad, favoreciendo a los que tienen acceso directo a él y limitando a los demás, se ha hecho evidente con el pasar de los años. La nueva era energética se esta empezando a sentir en el mercado de inversiones: billones de dólares del gobierno americano acaban de ser destinados a la investigación en tecnología de Hidrógeno. Islandia, en un consorcio multinacional que incluye empresas petroleras y multinacionales, está comprometida en volverse la primera nación del mundo que dependerá de Hidrógeno para sus necesidades de transporte y energía. Un proyecto de gran envergadura. Lo mismo esta pasando dentro de otros países, y en los planes internos de empresas fabricantes de autos como Daimler/Chrysler, BMW, GM y Honda, entre otros. Todas estas compañías ya han desarrollado prototipos, a nivel de prueba, a base de Hidrógeno.

Existen hoy día, dos maneras de utilizar este combustible. Una es quemándolo directamente, alimentándolo a un motor de combustión interna, (como lo haría un motor convertido a gas natural, por ejemplo) y la otra, más interesante aun, es utilizando un dispositivo denominado “Fuel Cell” (celda de combustible) que mediante reacciones químicas, genera electricidad al combinar Hidrógeno comprimido con Oxígeno. Esta electricidad se puede utilizar luego para una infinidad de usos, desde mover un vehículo, hasta iluminar una ciudad o calentar una casa. De hecho, los prototipos presentados por las compañías de carros, como Honda y General Motors, funcionan con este tipo de celdas. El modelo HyWire de GM, por ejemplo, consta de una “patineta” donde está montada la celda, la batería y el mando, con los tanques de Hidrógeno en la parte de atrás. Los coches de Hidrógeno presentan esta ventaja adicional: los materiales y componentes del motor son más sencillos y ocupan menos espacio, lo que permite una mayor flexibilidad en el diseño. La limitante sigue siendo cómo construir las celdas con materiales accesibles, de mínimo impacto ecológico, y a bajo costo. Hoy día la mayoría se fabrican con Platino, un elemento costoso y difícil de conseguir. Los investigadores siguen trabajando en la búsqueda de nuevos materiales.

Las opciones son esperanzadoras hasta el momento, en la medida que se invierta más dinero en investigación, y empiece a haber un mayor interés por parte del mercado, comenzarán a surgir las soluciones a todos los problemas y obstáculos que se presenten. Después de todo, el petróleo en sus inicios también presentaba miles de inconvenientes y dificultades, desde su extracción hasta el transporte y la refinación, que se fueron resolviendo gradualmente. Esto pasa con todas las tecnologías nuevas. La diferencia fundamental está en que mientras el petróleo aún no ha resuelto su mayor dilema - que hacer con los productos de desecho - el Hidrógeno podría resolver el asunto de la contaminación de una vez por todas. Al fin y al cabo, su único “desecho” es el agua.




 
   
 
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