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Pedreras en Coahuila: Ecocidio permitido

24/02/2009

Las enormes cantidades de polvo que despiden las explosiones en los yacimientos de piedra en la zona conurbada de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga, esconden, además de las molestias de quienes habitan cerca de ellas, riesgos a la salud, la desaparición de especies animales y el deterioro del medio ambiente



Por: Jesús Peña

A más de de 12 años de que la Sierra de Zapalinamé fuera declarada como Zona Sujeta a Conservación Ecológica, sigue siendo víctima de la devastación por parte de las empresas dedicadas la extracción y molienda de piedra, sin que que hasta hoy ninguna autoridad haya intervenido para frenar un ecocidio que ya ha alcanzado magnitudes insospechadas.

Desaparición de plantas y animales endémicos, contaminación del suelo y la atmósfera, daños a la salud y al patrimonio de la población y alteración de los matos friáticos, que ha provocado un mayor abatimiento de los pozos de agua, integran la lista de violaciones a la Ley Estatal del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente de Coahuila y a una serie de normas oficiales en materia ambiental.

El deterioro, afirman expertos, es irreversible, y el costo de la restauración de esta serranía, decretada Área Natural Protegida en 1996, es incalculable.

En tanto los reclamos de las comunidades cercanas a las pedreras, y que han sufrido por décadas la destrucción generada por estas industrias, se van haciendo polvo.

Hace ya “muchos” años que a doña María Juana Malacara no se le quita con nada esa sensación de catarro y picazón en la garganta que la hace toser hasta el cansancio.

Y cómo no, si a cada minuto que pasa tiene que respirar las nubes y nubes de polvo blanco que todos los días, sin faltar ninguno, bajan con el viento desde las pedreras.

Doña Juana tampoco ha podido acostumbrarse a los sismos que ocasionan las explosiones de dinamita en los yacimientos de piedra y que tarde y noche sacuden su casa y la colonia entera.

Son tantas las veces que doña Juana ha escuchado decir que las pedreras se irán de la sierra, que ya no lo cree y siempre que oye vibrar los vidrios de las ventanas se pregunta si alguien pagará por las cuarteaduras que ha sufrido su vivienda y el daño que a ella le ha dejado la inhalación de ese... como talco, que a todas horas enrarece el paisaje. Tanto, que doña Juana no puede ni siquiera salir al patio para lavar ni tender su ropa.

Mientras, la vida se le va encerrada a piedra y lodo para resguardarse de las tolvaneras que a ratos se cuelan por las rendijas de su casa: “Vivimos con gripas, con tos, con catarro, pero para qué nos quejamos, qué ganamos, qué se le va a hacer”, suelta con cierto dejo de resignación.

Doña Juana es morena, robusta de cuerpo, pelo entrecano y rostro como de 70 años. Su drama es el de decenas de familias que habitan las colonias Estrella de David, Luis Donaldo Colosio, Ejidal, Portales y Las Norias, localizadas en el acceso al municipio de Arteaga y justo frente a los molinos de Contrissa, quizá la mayor entre las cerca de 16 pedreras que operan, más de la mitad sin permiso, en la zona conurbada de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga.

Apenas en mayo de 2007, el Gobierno de Coahuila había firmado con los propietarios de tres pedreras que laboran en la Sierra de Zapalinamé un convenio que estipulaba el cese de sus actividades y reubicación fuera de la mancha urbana. El plazo para el abandono del sitio sería el 31 de mayo de 2010.

“El Gobierno agarró al toro por los cuernos y concertó con los inversionistas su reubicación para garantizar la calidad de vida y del aire. El Gobierno de la Gente no quiso dar mejorales...

“Van a desaparecer estas molestias del polvo en lo que corresponde a la cabecera municipal de Arteaga y algunas colonias de Saltillo”: el que habla es Miguel Ángel Leal Reyes, subsecretario de Control Ambiental de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Coahuila.

Pero ni doña Juana ni uno sólo de los vecinos de estas colonias terminan de tragarse el cuento: “No creo que las quiten, es gente influyente con el gobierno, una mordida, un billete y vámonos, se acabó y ya no te pares por aquí, para qué le hace uno al loco, si es la verdad y acá al fregado que se lo lleve la fregada”, sentencia don Silvestre Muñiz, habitante de la colonia Estrella de David.

Y es que los vecinos de estos sectores han denunciado por años el impacto que ha provocado a la salud y el medio ambiente el funcionamiento de estos molinos de roca, sin que ninguna autoridad federal, estatal o municipal, haya prestado oídos a sus reclamos.

“Las autoridades de Arteaga nos dijeron ‘no podemos hacer nada, porque eso depende de Ecología de Saltillo, y no podemos hacer nada porque es gente de mucho dinero’, así, con esas palabras.

“Hablé a Ecología de Saltillo y ellos me dijeron que ellos no, que dependía del estado, la pelota se la pasan unos a otros y miren el problema. Hemos hablado al canal 7, a los periódicos, pero nadie viene...”, truena Jorge Valdés Caballero, morador de la colonia Las Norias, mientras observa a la orilla de la carretera antigua Arteaga la niebla de polvo que poco a poco se aproxima al pueblo.

Jorge es alto, de tez blanca, porta gorra de beisbolista y un cubreboca azul con el que todas las mañanas sale a hacer ejercicio por los alrededores de su colonia.

Para colmo de males, los vecinos de esta comunidad ya no tienen ante quién quejarse, porque hace casi seis meses que en Arteaga no hay Dirección de Ecología, dejó de funcionar después de que su titular, Carlos Aguirre, presentara su renuncia - se rumora - por motivos personales.

“Los estamos apoyando nosotros, hay varias propuestas, pero a la fecha no han encontrado a la persona adecuada que ocupe ese cargo”, se excusa Víctor Hugo Martínez, director operativo de Protección Civil de Arteaga.

Mientras los niños que viven en estas colonias siguen padeciendo de afecciones respiratorias, como resultado del polvo que tapiza las casas y calles de Arteaga y, que de acuerdo a los monitoreos realizados por la Semarnac, sus partículas miden menos de 10 micrómetros, lo cual significa que fácilmente pueden penetrar por la nariz y lastimar los pulmones de quienes las respiran, dicen los expertos.

“Todo el tiempo está el polvo por acá y los niños siempre andan con alergias, conjuntivitis...”, atiza Victoria Aguirre, madre de familia de la colonia Luis Donaldo Colosio, al tiempo que barre con su escoba de la entrada de su casa ese polvo fino que el aire se trajo de las pedreras.

El doctor Édgar Acuña, especialista en neumología y medicina interna, habla sobre un estudio que realizó la Universidad Autónoma de Nuevo León sobre los daños que los polvos de las pedreras pueden ocasionar al organismo humano: “En el área de Santa Catarina, que también tiene un problema similar, se hizo un estudio donde se encontró que aumentaban entre 30 y 40 por ciento más los procesos inflamatorios de las vías respiratorias cuando había más de 100 IMECAS (el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire) de partículas de 10 micrómetros en el medio ambiente, y es interesante porque se demostró que realmente producen daño.

El médico advierte la necesidad de que las autoridades ambientales practiquen evaluaciones periódicas sobre los niveles de imecas que registra este tipo de partículas.

Y es que en el ánimo de los vecinos ha surgido otra inquietud: la construcción en Arteaga de la Ciudad Universitaria, que estará próxima a las instalaciones de la empresa Contrissa.

“No sé si les van a dar mascarilla a los alumnos cuando se inscriban o qué van a hacer”, arremete Jorge Valdés Caballero, vecino de las norias.

Rufina Cepeda Fierro es una activista social de la colonia Ejidal de Arteaga, que ha luchado por erradicar la contaminación que producen los molinos de piedra que operan en la parte baja de la Sierra Zapalinamé, decretada en 1996 Área Natural Protegida.

Pero tal parece que los esfuerzos de doña Rufina han sido inútiles: “Porque la Profepa ha permitido que vivamos en esta impunidad y esta contaminación que está afectando la flora, la fauna y nuestra salud. Profepa callada, les da igual si protestan o hablan o... Ellos nunca dicen nada y ahora sí que el que calla otorga.

“Quisiera que un día vinieran a las siete de la mañana para que vieran la cortina de humo, para que oyeran las detonaciones, ¡parece que estamos en Irak!, las casas cuarteadas, los vidrios quebrados, no nada más en Estrella de David, sino en la Ejidal, la mayoría tenemos afectaciones de esa naturaleza”.

Al respecto, reportes de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente revelan la existencia de un total de 10 procesos legales ejercidos en contra de igual número de pedreras, que en la región Sureste operan sin permiso de uso de suelo.

En el listado de las industrias que han incurrido en esta irregularidad, y de las cuales por ley no se proporcionan nombres, se encuentran dos empresas ubicadas en la Sierra de Zapalinamé, tres en la Sierra de Las Bayas, dos en el Ejido La Angostura, dos en el Ejido Providencia, y una en el ejido Agua Nueva.

“¡Siempre es la Profepa!, y no es que nosotros no queramos hacer nuestro trabajo, sino que no tenemos facultad y sería un abuso de autoridad entrar en lo que no nos toca. El polvo no le toca a la Profepa, ni el ruido, eso es jurisdicción del estado. Nosotros nada más le entramos al cambio de uso de suelo forestal”, revira Silvia Garza Galván, delegada de Profepa en Coahuila.

Con todo y los efectos que a nivel de la salud humana y de impacto a los ecosistemas -coinciden algunos expertos como Roberto Nava Coronel, presidente de la Fundación Ecológica Mexicana en Saltillo- “las pedreras son un mal necesario”.

“No podemos decir que esta actividad es mala, desde el punto de vista social es buena, hay sociedades que dicen ‘yo prefiero tener trabajo para tener comida, que morirme de hambre’, entonces es un mal necesario”,

Ecocidio en Zapalinamé

Lo cierto es que nadie hasta hoy sabe con certeza del daño que estas industrias han provocado a ecosistemas como el área natural protegida de la Sierra Zapalinamé, zona que hasta hace unos años era morada de cactáceas y avifauna diversa. En recorrido que realizó Semanario al sitio de las montañas en el que operan las pedreras se pudo corroborar el grado de devastación que luce esta sierra.

“El impacto es al 100 por ciento, por la remoción total de la vegetación en el área que está ocupando la pedrera, más toda el área que está con polvo a su alrededor.

“Es un lugar bastante perturbado, porque el proceso de extracción de material se está realizando sin ningún cuidado y de forma muy agresiva”, comenta Eglantina Canales, quien se dedica a trabajar en proyectos de conservación del medio ambiente.

Y agrega que posiblemente las partículas de polvo que emiten las pedreras, sean la primera causa de contaminación del aire en la Sierra Zapalinamé.

“Es evidente que no tienen ningún sistema de reducción de emisión de polvos y de control de la contaminación, porque se ve el polvo por todos lados”.

Estudios realizados por el Museo de las Aves de México, revelan que la actividad de estos molinos pudo haber influido ya en la migración de especies como el colibrí, el pájaro carpintero y otras aves como el murciélago, águila y zopilote, animales claves para la preservación del entorno.

“Todo este conjunto de aves se ve seriamente afectada cuando impactamos una zona boscosa”, expone Samuel López, coordinador del área científica del Museo de las Aves.

Esto, dice Juan Carlos Loyola Licea, presidente del Colegio de Biólogos de Coahuila, sin contar las cicatrices permanentes que dejarán las pedreras al paisaje de la Sierra Zapalinamé: “Hay un impacto irreversible, los hoyos que hay en las pedreras jamás los vamos a poder modificar, van a ser boquetes para miles de años, como los que hay en el cerro de las Mitras, en Monterrey. Esas cicatrices deterioran el paisaje, lo hermoso de la Sierra de Zapalinamé se está perdiendo irremediablemente”.

Gustavo Villarreal, director de Profauna Mexicana A.C. una organización que tiene bajo su cuidado la conservación de la Sierra Zapalinamé, opina: “Es una condición dada, nosotros la recibimos así, hace años estaba permitido y estaba todo dentro de la ley, dijeron ‘¡explótenla!’”.

Con base en su último informe financiero, se sabe que esta asociación gastó en 2008 más de un millón 759 mil 224 pesos, en proyectos de reforestación y vigilancia del área.

Eladio Cornejo Oviedo, maestro investigador del departamento Forestal de la Universidad Antonio Narro, habla sobre la importancia de establecer un equilibrio entre el desarrollo de las actividades económicas y la conservación del medio natural. “Las pedreras son una actividad económica importante, que genera empleos, ingresos a familias, la cosa es cómo hacerlo de manera sustentable, que la empresa sea amigable con el ambiente y con la calidad de vida que estamos demandando los ciudadanos al Gobierno y a las instituciones que se dedican al ambiente, una calidad de vida digna. Ya no podemos dejar atrás las situaciones ambientales, del cómo queremos el ambiente para nuestros hijos, nuestros nietos”.

Secan Zapalinamé

Sin embargo, algunos expertos en geología se preguntan si es demasiado tarde, cuando la acción de los explosivos utilizados para al extracción de la piedra han afectado los mantos freáticos que surtían a los pozos próximos a estas empresas. Situación que podría ser grave si se considera que la Sierra de Zapalinamé representa la principal fuente de abastecimiento de agua para el valle de Saltillo.

“La cercanía de los pozos con las pedreras afectaría su inducción de agua a través de sus ramificaciones o de sus venas o veneros, que son los aportadores acuíferos.

“Las detonaciones con dinamita han afectado la captación de agua, el agua se fue para otro lado, ya cambió la ruta, cambiaron los conductos”, determina Marco Antonio Magallanes Mercado, ingeniero en minas con especialidad en geología.

Con todo y eso José Guillermo Barrios Gutiérrez, director local de la Conagua, insiste en que a la fecha esta dependencia no ha recibido reporte alguno que alerte sobre la disminución del volumen de captación como resultado de las explosiones que realizan las pedreras. “No ha habido ningún tipo de afectación, o no tenemos informes”.

Algunos vecinos del municipio de Arteaga aseguran que la mayoría de las huertas de nogal que antes se hallaban cercanas a las pedreras han desaparecido debido a la falta de agua.

“De aquel lado de la carretera había unos huertos que tenían sistemas de riego, muchos se secaron. La dinamita y los barrenos de las pedreras afectaron los mantos acuíferos y ya no pudo extraerse el agua para seguir regando esos huertos”, platica Epifanio Alvarado, regidor de Ecología del municipio de Arteaga.

Por ello es que el especialista en hidráulica, Fausto Destenave Mejía, no descarta que el actual abatimiento que presentan los pozos de Zapalinamé esté relacionado con la acción de las pedreras.

“La zona de bombeo de Zapalinamé está sobre explotada, hay un grave abatimiento en sus niveles y ya hay pozos fuera de servicio en ese lugar. Las autoridades de CONAGUA y de Agsal lo han declarado a la prensa ¿Por qué no pensar que su abatimiento haya obedecido a las pedreras?”.

Denunciarán

El cabildo de Arteaga interpondrá en días próximos una denuncia ante las autoridades federales y estatales en contra de la empresa Contrissa, por incumplimiento de los plazos en que habría de abandonar la Sierra Zapalinamé.

Así lo declara Epifanio Alvarado, sexto de regidor de Ecología en Arteaga, y explica que los propietarios de esta pedrera establecieron por escrito con el municipio el compromiso de terminar sus actividades el 31 de diciembre de 2008 y no el 31 de mayo de 2010, como lo sostiene la Semarnac.

“Vamos a sacar ya las actas y los acuerdos que tenemos por ahí firmados, para poder hacer la denuncia ante las instancias correspondientes como es la Profepa y Semarnac del estado. Vamos a hacer una denuncia como ayuntamiento porque no han cumplido...”.

Expone que incluso a finales del año pasado, el municipio de Arteaga había estado colaborando muy de cerca con la pedrera en la preparación de los documentos necesarios para su reubicación.

“Nosotros ya estábamos contentos, ya le habíamos pasado la voz a todos los habitantes de aquí de Arteaga, sobre todo a los más afectados”.

Con la misma piedra

De acuerdo con información proporcionada por la Semarnac, las tres pedreras que actualmente trabajan en la Sierra de Zapalinamé tendrán que mudarse, en el plazo de un año, a un predio localizado a unos cinco o seis kilómetros de Arteaga, por el rumbo a Loma Alta, en la Sierra de San Lucas.

Consultado al respecto, el experto en hidráulica Fausto Destenave Mejía, califica de errónea la decisión de las autoridades ambientales de reubicar en este lugar a estas empresas, dada la existencia de pozos de agua. “Es zona de bombeo donde se van a reubicar las pedreras, es Loma Alta, aquí hay pozos”.

Según este análisis, basados en cartas del INEGI, la zona tiene cuando menos 10 pozos de agua: los molinos estarían dinamitando el área por donde pasan los veneros que alimentan estos acuíferos.

“Es lo mismo. No sé, a lo mejor ellos ven ventajas, la cercanía de la carretera, ven que son zonas rocosas, pero zonas rocosas hay muchas...”, precisa Destenave Mejía.

Al respecto Miguel Ángel Leal Reyes, subsecretario de Control Ambiental de Semarnac, aclaró que la dependencia ya realizó los estudios ambientales pertinentes, mismos que determinaron que el lugar cumple con la normatividad.

Se deslinda otra vez Semarnat

El Secretario de Medio Ambiente, Fernando Simón Gutiérrez Pérez, se deslindó de los problemas ambientales que ha generado la operación de las pedreras localizadas en la zona de amortiguamiento de la Sierra Zapalinamé.

El funcionario declaró que esta dependencia tiene bajo su responsabilidad únicamente el otorgamiento de permisos de cambio de uso de suelo para este tipo de industrias.

“El área de competencia de la Federación en este tipo de temas es mínimo, la Semarnat no les entrega permisos a ellos para la operación de los mismos, ni estudia los sitios en los que se deben de colocar, ni verifica que los lugares en los que se establezcan cumplan con las características que marca la ley, este tipo de giro está totalmente regulado por el estado”, sostuvo. Y expuso además que ni siquiera él mismo tiene conocimiento de la zona en la que se encuentran establecidas estas empresas.

Brindarán apoyo

El Comité Cuencas y Ciudades, un organismo que en coordinación con Profauna realiza tareas de preservación de la Sierra Zapalinamé, brindará su apoyo a los vecinos de Arteaga y de las colonias del oriente de Saltillo, que padecen los efectos de la contaminación generada por las pedreras.

Ricardo Villarreal Dávila, presidente de esta agrupación, exhortó a la comunidad de afectados a integrarse en un frente común, que denuncie las irregularidades cometidas por estas empresas a nivel de daños a la salud, la propiedad y el ambiente. “Todas esas gentes que creen que esas detonaciones han causado daños a su propiedad, pueden demandar a la empresa para que resarza el daño. Pueden venir a Cuencas y Ciudades a poner sus quejas”.

Del mismo modo, instó a los propietarios de las pedreras a utilizar mecanismos de control de la polución, en tanto se cumple el plazo para su retiro de la zona.

“Lo que nos preocupa es que estas empresas no han cumplido el compromiso de instalar sistemas supresores que aplacan el polvo”. Villarreal Dávila cuestionó el hecho de que las autoridades encargadas del cuidado al medio ambiente no hayan logrado “meter en cintura” a estos molinos, que están provocando un daño irreversible a la naturaleza y a la sociedad. “Yo soy testigo de que a las autoridades les preocupa, les preocupa, pero no se ocupan, hay una diferencia muy grande...”. Denúncielas!!!!

El Comité Cuencas y Ciudades A.C. pone a sus órdenes el teléfono. 4 12 - 54 - 04, para que realice sus denuncias.

En ojo del huracán

En la Profepa se siguen cerca de 29 procesos en contra de igual número de pedreras que en Coahuila operan sin permiso de uso de suelo. 10 de estas empresas se localizan en la región sureste del Estado.

Se haría remodelación

De acuerdo con informes de Semarnac después de la reubicación de las tres pedreras que operan en la Sierra de Zapalinamé se proyecta la restauración de cerca de 40 hectáreas en esta Área Natural Protegida.

Violan La Ley

ARTICULO 59.- En las zonas núcleo de las áreas naturales protegidas quedará expresamente prohibido:

I.- Verter o descargar contaminantes en el suelo, subsuelo y cualquier clase de cauce, vaso o acuífero, así como desarrollar cualquier actividad contaminante.

II.- Interrumpir, rellenar, desecar o desviar los flujos hidráulicos.

(Fuente: Ley Estatal del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente de Coahuila)

sc




 
   
 
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